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Santuario De Covadonga, Covadonga, Asturias, España

 

Santuario De Covadonga, Covadonga, Asturias, España
(Photo - Date: 24-07-2016 / Time: 20:10:29)

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 El atrajo sobre ellos el hambre, y con su celo los diezmó.  Por la palabra del Señor cerró los cielos, e hizo también caer fuego tres veces. (Eclesiástico 48:2- 48:3)  -  1 / 80.

 ¡Qué glorioso fuiste, Elías, en tus portentos! ¿quién puede jactarse de ser igual que tú?  Tú que despertaste a un cadáver de la muerte y del seol, por la palabra del Altísimo; (Eclesiástico 48:4- 48:5)  -  2 / 80.

 que hiciste caer a reyes en la ruina, y a hombres insignes fuera de su lecho;  oíste en el Sinaí la reprensión, y en el Horeb los decretos de castigo; (Eclesiástico 48:6- 48:7)  -  3 / 80.

 ungiste reyes para tomar venganza, y profetas para ser tus sucesores;  en torbellino de fuego fuiste arrebatado en carro de caballos ígneos; (Eclesiástico 48:8- 48:9)  -  4 / 80.

fuiste designado en los reproches futuros, para calmar la ira antes que estallara, - para hacer volver el corazón de los padres a los hijos, - y restablecer las tribus de Jacob. Felices aquellos que te vieron y que se durmieron en el amor, que nosotros también viviremos sin duda. (Eclesiástico 48:10- 48:11)  -  5 / 80.

Cuando Elías en el torbellino quedó envuelto, Eliseo se llenó de su espíritu. En sus días no fue zarandeado por príncipe, y no pudo dominarle nadie. Nada era imposible para él, hasta en el sueño de la muerte profetizó su cuerpo. (Eclesiástico 48:12- 48:13)  -  6 / 80.

Durante su vida hizo prodigios, y después de su muerte fueron admirables sus obras. Con todo esto, el pueblo no se arrepintió, ni de sus pecados se apartaron, hasta que fueron deportados de la tierra y esparcidos por el mundo entero. (Eclesiástico 48:14- 48:15)  -  7 / 80.

Sólo quedó un pueblo reducido, con un príncipe de la casa de David. Algunos de ellos hicieron lo agradable a Dios, pero otros multiplicaron los pecados. Fortificó Ezequías su ciudad y metió el agua dentro de ella; con el hierro horadó la roca y construyó cisternas para el agua. (Eclesiástico 48:16- 48:17)  -  8 / 80.

En sus días, subió Senaquerib, que envió por delante a Rabsaqués; éste partió, levantó contra Sión la mano, y se engrió en su altanería. Temblaron entonces corazones y manos, y sufrieron dolores cual mujeres en parto. (Eclesiástico 48:18- 48:19)  -  9 / 80.

Invocaron al Señor misericordioso, tendiendo sus manos hacia él. Y el Santo, desde el cielo, les escuchó al instante, y los rescató por mano de Isaías. Hirió el real de los asirios, y su Angel los exterminó. (Eclesiástico 48:20- 48:21)  -  10 / 80.

Porque hizo Ezequías lo que agrada al Señor, y se mantuvo firme en los caminos de David su padre, como le ordenó el profeta Isaías, el grande y digno de fe en sus visiones. En sus días el sol retrocedió, y él prolongó la vida del rey. (Eclesiástico 48:22- 48:23)  -  11 / 80.

Con el poder del espíritu vio el fin de los tiempos, y consoló a los afligidos de Sión. Hasta la eternidad reveló el porvenir y las cosas ocultas antes que sucedieran. (Eclesiástico 48:24- 48:25)  -  12 / 80.

 La memoria de Josías es mixtura de incienso preparado por arte de perfumista. En toda boca es dulce como miel, como música en medio de un banquete.  El llevó a buen fin la conversión del pueblo, y extirpó la abominación de la iniquidad. (Eclesiástico 49:1- 49:2)  -  13 / 80.

 Enderezó su corazón hacia el Señor, en los días de los impíos reafirmó la piedad.  Fuera de David, Ezequías y Josías, todos abundaron en sus culpas. Porque abandonaron la ley del Altísimo, los reyes de Judá fueron abandonados. (Eclesiástico 49:3- 49:4)  -  14 / 80.

 Pues entregaron a otros su cuerno, y su gloria a una nación extraña.  Prendieron fuego a la elegida ciudad del santuario, dejaron desiertas sus calles, (Eclesiástico 49:5- 49:6)  -  15 / 80.

 según la palabra de Jeremías, a quien habían maltratado, a él, consagrado profeta desde el vientre de su madre, - para extirpar -, destruir - y perder - y también - para construir y plantar -.  Ezequiel tuvo la visión de la gloria que Dios le manifestó en el carro de Querubines, (Eclesiástico 49:7- 49:8)  -  16 / 80.

 porque se acordó de los enemigos en la tempestad, y favoreció a los que seguían el camino derecho. Cuanto a los doce profetas, que sus huesos reflorezcan en su tumba. Porque ellos consolaron a Jacob, y lo rescataron por la fidelidad y la esperanza. (Eclesiástico 49:9- 49:10)  -  17 / 80.

¿Cómo celebraremos a Zorobabel? ¡Fue él como sello en la mano derecha, así como Josué hijo de Josedec! Ellos en sus días construyeron la Casa y levantaron el Templo consagrado al Señor, destinado a una gloria eterna. (Eclesiástico 49:11- 49:12)  -  18 / 80.

También de Nehemías es grande la memoria, él, que nos levantó las murallas en ruinas, puso puertas y cerrojos y reconstruyó nuestras moradas. Nadie fue creado en la tierra igual a Henoc, pues él fue arrebatado de la tierra. (Eclesiástico 49:13- 49:14)  -  19 / 80.

Ni como José nació hombre alguno, el guía de sus hermanos, apoyo de su pueblo; sus huesos fueron visitados. Sem y Set fueron gloriosos entre los hombres, mas por encima de toda criatura viviente está Adán. (Eclesiástico 49:15- 49:16)  -  20 / 80.

 Simón, hijo de Onías, fue el sumo sacerdote que en su vida reparó la Casa, y en sus días fortificó el santuario.  El echó los cimientos de la altura doble, del alto contrafuerte de la cerca del Templo. (Eclesiástico 50:1- 50:2)  -  21 / 80.

 En sus días fue excavado el depósito de agua, un estanque como el mar de ancho.  El cuidó de su pueblo para evitar su ruina y fortificó la ciudad contra el asedio. (Eclesiástico 50:3- 50:4)  -  22 / 80.

 ¡Que glorioso era, rodeado de su pueblo, cuando salía de la casa del velo!  Como el lucero del alba en medio de las nubes, como la luna llena, (Eclesiástico 50:5- 50:6)  -  23 / 80.

 como el sol que brilla sobre el Templo del Altísimo, como el arco iris que ilumina las nubes de gloria,  como flor del rosal en primavera, como lirio junto a un manantial, como brote del Líbano en verano, (Eclesiástico 50:7- 50:8)  -  24 / 80.

 como fuego e incienso en el incensario, como vaso de oro macizo adornado de toda clase de piedras preciosas, como olivo floreciente de frutos, como ciprés que se eleva hasta las nubes. (Eclesiástico 50:9- 50:10)  -  25 / 80.

Cuando se ponía la vestidura de gala y se vestía sus elegantes ornamentos, al subir al santo altar, llenaba de gloria el recinto del santuario. Y cuando recibía las porciones de manos de los sacerdotes, él mismo de pie junto al hogar del altar, y en torno a él la corona de sus hermanos, como brotes de cedros en el Líbano; le rodeaban como tallos de palmera (Eclesiástico 50:11- 50:12)  -  26 / 80.

todos los hijos de Aarón en su esplendor, con la ofrenda del Señor en sus manos, en presencia de toda la asamblea de Israel. Y cuando cumplía el ministerio de los altares ordenando la ofrenda del Altísimo Todopoderoso, (Eclesiástico 50:13- 50:14)  -  27 / 80.

alargaba su mano a la copa, hacía la libación del jugo de racimo, y lo derramaba al pie del altar, como calmante aroma al Altísimo Rey universal. Entonces prorrumpían en gritos los hijos de Aarón, tocaban con sus trompetas de metal batido, hacían oír su sonido imponente, como memorial delante del Altísimo. (Eclesiástico 50:15- 50:16)  -  28 / 80.

Todo el pueblo entonces de repente, en masa, caía rostro en tierra, para adorar a su Señor, al Todopoderoso, Dios Altísimo. Y los salmistas también le alababan con sus voces, el son vibrante formaba una dulce melodía. (Eclesiástico 50:17- 50:18)  -  29 / 80.

Y suplicaba el pueblo al Señor Altísimo, orando ante el Misericordioso, hasta que terminaba la ceremonia del Señor y concluía su liturgia. Entonces bajaba y elevaba sus manos sobre toda la asamblea de los hijos de Israel, para dar con sus labios la bendición del Señor y tener el honor de pronunciar su nombre. (Eclesiástico 50:19- 50:20)  -  30 / 80.

Y por segunda vez todos se postraban para recibir la bendición del Altísimo. Y ahora bendecid al Dios del universo, el que por todas partes hace grandes cosas, el que exaltó nuestros días desde el seno materno, y que nos trata según su misericordia. (Eclesiástico 50:21- 50:22)  -  31 / 80.

Que nos dé contento de corazón, y que haya paz en nuestros días en Israel por los siglos de los siglos. Que su misericordia sea fiel con nosotros y en nuestros días nos rescate. (Eclesiástico 50:23- 50:24)  -  32 / 80.

Hay dos naciones que mi alma detesta, y la tercera ni siquiera es nación: los habitantes de la montaña de Seír, los filisteos y el pueblo necio que mora en Siquem. (Eclesiástico 50:25- 50:26)  -  33 / 80.

Instrucción de inteligencia y ciencia ha grabado en este libro Jesús, hijo de Sirá, Eleazar, de Jerusalén, que vertió de su corazón sabiduría a raudales. Feliz quien repase esto a menudo; el que lo ponga en su corazón se hará sabio. (Eclesiástico 50:27- 50:28)  -  34 / 80.

Y si lo practica, para todo será fuerte, porque la huella que sigue es la luz del Señor.  Quiero darte gracias, Señor, Rey, y alabarte, oh Dios mi salvador, a tu nombre doy gracias. (Eclesiástico 50:29- 51:1)  -  35 / 80.

 Pues protector y auxilio has sido para mí, y has rescatado mi cuerpo de la perdición, del lazo de la lengua insidiosa, de los labios que urden mentira; frente a mis adversarios has sido auxilio y me has rescatado,  según la abundancia de tu misericordia y la gloria de tu nombre, de las dentelladas de los dispuestos a devorarme, de la mano de los que buscan mi alma, de las muchas tribulaciones que he sufrido, (Eclesiástico 51:2- 51:3)  -  36 / 80.

 del ahogo del fuego que me envolvía, de entre el fuego que yo no había encendido,  de la hondura de las entrañas del seol, de la lengua impura, de la palabra mentirosa, (Eclesiástico 51:4- 51:5)  -  37 / 80.

 - calumnia de lengua injusta ante el rey. Cerca de la muerte estaba mi alma, mi vida estaba junto al seol, abajo.  Por todas partes me asediaban y no había quien auxiliara, volví los ojos a un apoyo humano y no había ninguno. (Eclesiástico 51:6- 51:7)  -  38 / 80.

 Entonces me acordé de tu misericordia, Señor, y de tu actuación desde la eternidad, que tú levantas a los que en ti esperan, y los salvas de la mano de enemigos.  Y elevé de la tierra mi plegaria, supliqué ser librado de la muerte. (Eclesiástico 51:8- 51:9)  -  39 / 80.

Clamé al Señor, padre de mi Señor: «No me abandones en días de tribulación, en la hora de los orgullosos, cuando no hay socorro. Alabaré tu nombre sin cesar, te cantaré en acción de gracias.» Y mi oración fue escuchada, pues tú me salvaste de la perdición, y me libraste del momento malo. (Eclesiástico 51:10- 51:11)  -  40 / 80.

Por eso te daré gracias y te alabaré, bendeciré el nombre del Señor. Siendo joven aún, antes de ir por el mundo, me di a buscar abiertamente la sabiduría en mi oración, (Eclesiástico 51:12- 51:13)  -  41 / 80.

a la puerta delante del templo la pedí, y hasta mi último día la andaré buscando. En su flor, como en racimo que madura, se recreó mi corazón. Mi pie avanzó en derechura, desde mi juventud he seguido sus huellas. (Eclesiástico 51:14- 51:15)  -  42 / 80.

Incliné un poco mi oído y la recibí, y me encontré una gran enseñanza. Gracias a ella he hecho progesos, a quien me dio sabiduría daré gloria. (Eclesiástico 51:16- 51:17)  -  43 / 80.

Pues decidí ponerla en práctica, tuve celo por el bien y no quedaré confundido. Mi alma ha luchado por ella, a la práctica de la ley he estado atento, he tendido mis manos a la altura y he llorado mi ignorancia de ella. (Eclesiástico 51:18- 51:19)  -  44 / 80.

Hacia ella endurecé mi alma, y en la pureza la he encontrado. Logré con ella un corazón desde el principio, por eso no quedaré abandonado. Mis entrañas se conmovieron por buscarla, por eso he logrado una buena adquisición. (Eclesiástico 51:20- 51:21)  -  45 / 80.

Me dio el Señor una lengua en recompensa, y con ella le alabaré. Acercaos a mí, ignorantes, instalaos en la casa de instrucción. (Eclesiástico 51:22- 51:23)  -  46 / 80.

¿Por qué habéis de decir que estáis privados de ella, cuando vuestras almas tienen tanta sed? He abierto mi boca y he hablado: Adquiridla sin dinero; (Eclesiástico 51:24- 51:25)  -  47 / 80.

someted al yugo vuestro cuello, que vuestra alma reciba la instrucción: está ahí a vuestro alcance. Ved con vuestros ojos lo poco que he penado y el mucho descanso que he encontrado para mí. (Eclesiástico 51:26- 51:27)  -  48 / 80.

Participad de la instrucción con una gran suma de dinero, que mucho oro adquiriréis con ella. Que vuestra alma se recree en la misericordia del Señor, no os avergoncéis de su alabanza. (Eclesiástico 51:28- 51:29)  -  49 / 80.

Ejecutad vuestra obra antes del momento fijado, y él os dará a su tiempo vuestra recompensa. Firma: Sabiduría de Jesús, hijo de Sirá. ISAÍAS (Eclesiástico 51:30-)  -  50 / 80.

 Palabras de Cohélet, hijo de David, rey en Jerusalén.  ¡Vanidad de vanidades! - dice Cohélet -, ¡vanidad de vanidades, todo vanidad! (Eclesiastés 1:1- 1:2)  -  51 / 80.

 ¿Qué saca el hombre de toda la fatiga con que se afana bajo el sol?  Una generación va, otra generación viene; pero la tierra para siempre permanece. (Eclesiastés 1:3- 1:4)  -  52 / 80.

 Sale el sol y el sol se pone; corre hacia su lugar y allí vuelve a salir.  Sopla hacia el sur el viento y gira hacia el norte; gira que te gira sigue el viento y vuelve el viento a girar. (Eclesiastés 1:5- 1:6)  -  53 / 80.

 Todos los ríos van al mar y el mar nunca se llena; al lugar donde los ríos van, allá vuelven a fluir.  Todas las cosas dan fastidio. Nadie puede decir que no se cansa el ojo de ver ni el oído de oír. (Eclesiastés 1:7- 1:8)  -  54 / 80.

 Lo que fue, eso será; lo que se hizo, ese se hará. Nada nuevo hay bajo el sol. Si algo hay de que se diga: «Mira, eso sí que es nuevo», aun eso ya sucedía en los siglos que nos precedieron. (Eclesiastés 1:9- 1:10)  -  55 / 80.

No hay recuerdo de los antiguos, como tampoco de los venideros quedará memoria en los que después vendrán. Yo, Cohélet, he sido rey de Israel, en Jerusalén. (Eclesiastés 1:11- 1:12)  -  56 / 80.

He aplicado mi corazón a investigar y explorar con la sabiduría cuanto acaece bajo el cielo. ¡Mal oficio éste que Dios encomendó a los humanos para que en él se ocuparan! He observado cuanto sucede bajo el sol y he visto que todo es vanidad y atrapar vientos. (Eclesiastés 1:13- 1:14)  -  57 / 80.

Lo torcido no puede enderezarse, lo que falta no se puede contar. Me dije en mi corazón: Tengo una sabiduría grande y extensa, mayor que la de todos mis predecesores en Jerusalén; mi corazón ha contemplado mucha sabiduría y ciencia. (Eclesiastés 1:15- 1:16)  -  58 / 80.

He aplicado mi corazón a conocer la sabiduría, y también a conocer la locura y la necedad, he comprendido que aun esto mismo es atrapar vientos, pues: Donde abunda sabiduría, abundan penas, y quien acumula ciencia, acumula dolor. (Eclesiastés 1:17- 1:18)  -  59 / 80.

 Hablé en mi corazón: ¡Adelante! ¡Voy a probarte en el placer; disfruta del bienestar! Pero vi que también esto es vanidad.  A la risa la llamé: ¡Locura!; y del placer dije: ¿Para qué vale? (Eclesiastés 2:1- 2:2)  -  60 / 80.

 Traté de regalar mi cuerpo con el vino, mientras guardaba mi corazón en la sabiduría, y entregarme a la necedad hasta ver en qué consistía la felicidad de los humanos, lo que hacen bajo el cielo durante los contados días de su vida.  Emprendí mis grandes obras; me construí palacios, me planté viñas; (Eclesiastés 2:3- 2:4)  -  61 / 80.

 me hice huertos y jardines, y los planté de toda clase de árboles frutales.  Me construí albercas con aguas para regar la frondosa plantación. (Eclesiastés 2:5- 2:6)  -  62 / 80.

 Tuve siervos y esclavas: poseí servidumbre, así como ganados, vacas y ovejas, en mayor cantidad que ninguno de mis predecesores en Jerusalén.  Atesoré también plata y oro, tributos de reyes y de provincias. Me procuré cantores y cantoras, toda clase de lujos humanos, coperos y reposteros. (Eclesiastés 2:7- 2:8)  -  63 / 80.

 Seguí engrandeciéndome más que cualquiera de mis predecesores en Jerusalén, y mi sabiduría se mantenía. De cuanto me pedían mis ojos, nada les negué ni rehusé a mi corazón ninguna alegría; toda vez que mi corazón se solazaba de todas mis fatigas, y esto me compensaba de todas mis fatigas. (Eclesiastés 2:9- 2:10)  -  64 / 80.

Consideré entonces todas las obras de mis manos y el fatigoso afán de mi hacer y vi que todo es vanidad y atrapar vientos, y que ningún provecho se saca bajo el sol. Yo me volví a considerar la sabiduría, la locura y la necedad. ¿Qué hará el hombre que suceda al rey, sino lo que ya otros hicieron? (Eclesiastés 2:11- 2:12)  -  65 / 80.

Yo vi que la sabiduría aventaja a la necedad, como la luz a las tinieblas. El sabio tiene sus ojos abiertos, mas el necio en las tinieblas camina. Pero también yo sé que la misma suerte alcanza a ambos. (Eclesiastés 2:13- 2:14)  -  66 / 80.

Entonces me dice: Como la suerte del necio será la mía, ¿para qué vales, pues, mi sabiduría? Y pensé que hasta eso mismo es vanidad. No hay recuerdo duradero ni del sabio ni del necio; al correr de los días, todos son olvidados. Pues el sabio muere igual que el necio. (Eclesiastés 2:15- 2:16)  -  67 / 80.

He detestado la vida, porque me repugna cuanto se hace bajo el sol, pues todo es vanidad y atrapar vientos. Detesté todos mis fatigosos afanes bajo el sol, que yo dejo a mi sucesor. (Eclesiastés 2:17- 2:18)  -  68 / 80.

¿Quién sabe si será sabio o necio? El se hará dueño de todo mi trabajo, lo que realicé con fatiga y sabiduría bajo el sol. También esto es vanidad. Entregué mi corazón al desaliento, por todos mis fatigosos afanes bajo el sol, (Eclesiastés 2:19- 2:20)  -  69 / 80.

pues un hombre que se fatigó con sabiduría, ciencia y destreza, a otro que en nada se fatigó da su propia paga. También esto es vanidad y mal grave. Pues ¿qué le queda a aquel hombre de toda su fatiga y esfuerzo con que se fatigó bajo el sol? (Eclesiastés 2:21- 2:22)  -  70 / 80.

Pues todos sus días son dolor, y su oficio, penar; y ni aun de noche su corazón descansa. También esto es vanidad. No hay mayor felicidad para el hombre que comer y beber, y disfrutar en medio de sus fatigas. Yo veo que también esto viene de la mano de Dios, (Eclesiastés 2:23- 2:24)  -  71 / 80.

pues quien come y quien bebe, lo tiene de Dios. Porque a quien le agrada, da El sabiduría, ciencia y alegría; mas al pecador, da la tarea de amontonar y atesorar para dejárselo a quien agrada a Dios. También esto es vanidad y atrapar vientos. (Eclesiastés 2:25- 2:26)  -  72 / 80.

 Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo:  Su tiempo el nacer, y su tiempo el morir; su tiempo el plantar, y su tiempo el arrancar lo plantado. (Eclesiastés 3:1- 3:2)  -  73 / 80.

 Su tiempo el matar, y su tiempo el sanar; su tiempo el destruir, y su tiempo el edificar.  Su tiempo el llorar, y su tiempo el reír; su tiempo el lamentarse, y su tiempo el danzar. (Eclesiastés 3:3- 3:4)  -  74 / 80.

 Su tiempo el lanzar piedras, y su tiempo el recogerlas; su tiempo el abrazarse, y su tiempo el separarse.  Su tiempo el buscar, y su tiempo el perder; su tiempo el guardar, y su tiempo el tirar. (Eclesiastés 3:5- 3:6)  -  75 / 80.

 Su tiempo el rasgar, y su tiempo el coser; su tiempo el callar, y su tiempo el hablar.  Su tiempo el amar, y su tiempo el odiar; su tiempo la guerra, y su tiempo la paz. (Eclesiastés 3:7- 3:8)  -  76 / 80.

 ¿Qué gana el que trabaja con fatiga? He considerado la tarea que Dios ha puesto a los humanos para que en ella se ocupen. (Eclesiastés 3:9- 3:10)  -  77 / 80.

El ha hecho todas las cosas apropiadas a su tiempo; también ha puesto el mundo en sus corazones, sin que el hombre llegue a descubrir la obra que Dios ha hecho de principio a fin. Comprendo que no hay para el hombre más felicidad que alegrarse y buscar el bienestar en su vida. (Eclesiastés 3:11- 3:12)  -  78 / 80.

Y que todo hombre coma y beba y disfrute bien en medio de sus fatigas, eso es don de Dios. Comprendo que cuanto Dios hace es duradero. Nada hay que añadir ni nada que quitar. Y así hace Dios que se le tema. (Eclesiastés 3:13- 3:14)  -  79 / 80.

Lo que es, ya antes fue; lo que será, ya es. Y Dios restaura lo pasado. Todavía más he visto bajo el sol: en la sede del derecho, allí está la iniquidad; y en el sitial del justo, allí el impío. (Eclesiastés 3:15- 3:16)  -  80 / 80.

 

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